No sentí miedo, sólo amor

Las primeras veces me ofendió; empujones, insultos... pero cuando me tiró al suelo, me pisó la espalda y me arrancó pelo mientras gruñía como un salvaje, supe que estaba enamorada.
Me escupió después, me dio un bofetón en la cara que me ardió durante el resto del dia, me llamó zorraputadesagradecidapedazodemierda y me propinó una buena patada en el estómago, otra en el muslo y otra más en el torso; ahí supe que era el hombre de mi vida.
Al rato, cuando llamó a mis dos hijos de cinco y ocho añitos de inocente edad, para que presenciaran emocionados y agradecidos como me desfiguraba la cara a coces y pisotones, yo, tirada en el suelo y medio incosciente, pedi a dios que nunca me separara de esa persona tan maravillosa.
Y ya para acabar, a los 3 días, en el hospital, con mis últimos alientos vitales, me odié a mi misma por dejar que me viera en ese estado tan lamentable el día que me trajo flores. Le volví a pedir a diosito que le dejara recordarme como me conoció: lozana, toda de un mismo color y con dientes.
Gracias.