Bueno amigos y amigas, ahí va el final del relato, el final de la primera parte, la segunda anda por ahí perdida en el blog...Y el dibujo es el otro de los dos que mi marido envió (también soy yo, of course) al concurso.
Por si no lo sabéis ( y no tenéis porqué) esta semana es carnaval en galicia, la mejor fiesta del año, y el día grande, el Martes de Carnaval, cae en mi cumple!!! jojojo, la que se va a liar aquí, que miedooooooo!!!!!!!
Besos a todos, espero que os guste el final del puñetero relato, me da rabia haberlo subido tan dividido, pero sé que sois listos y sabréis darle sentido a los tres fragmentos.
Chau!
Los días en la escuela de Artes fueron pasando, conocí a mucha gente, vi mi blanco cuerpo retratado en docenas de dibujos y fotografías; pero con mi pintor no tuve ningún contacto real, sólo me unían a él mis múltiples fantasías y las miradas insistentes en el Aula Magna. Quizás un “hola” y un “adiós” al entrar y salir de las sesiones.
No obstante, por las noches era todo mío, lo quisiese o no era el protagonista de mis fantasías más calientes, ya lo habíamos hecho en mil lugares; en el Aula Magna, en los baños, en la entrada, en las escaleras, incluso últimamente ya me lo traía a mi apartamento...
Ese último día estaba segura de que no lo volvería a ver más, "Ha sido una experiencia genial" -pensé yo- "¡Quién sabe si repetiré el próximo año!" Ahí acabó todo, pasaron los días con mis amantes usuales, y me fui olvidando de Akme poco a poco. Estaba resignada a ser la otra, acostarme con tíos que tienen novia, pero que me desean, y nada más. Y tan contenta.
Un mes más tarde tras acabar mi trabajo como modelo, un sábado como otro cualquiera, me encontraba a las siete de la mañana en uno de los bares que frecuento. Éramos mis amigos, mis amantes (los dos amigos, los dos con novia) y yo. De repente allí estaba, entre las sombras y las cabezas borrachas lo vi, era Akme, con una cerveza en la mano, una camiseta verde y más guapo que nunca. Mi cabeza se despejó por completo, de nada sirvieron en ese momento las cincomil cervezas que había bebido esa noche, en el instante exacto en que lo encontré en ese bar, mi embotada memoria le hizo de nuevo un hueco de honor, y supe que tenía que ser mio, o sí o sí.
Cuando me vió, vino a mi lado, se sentó y empezamos a hablar de chorradas ¡que menos!, no le iba a decir que estaba deseando que me sacara de allí y me hicieran el amor en cualquier lugar, ni tan siquiera le pediría que me invitase a una copa, a un pitillo, o que me llevase a su casa, sólo quería sentirlo dentro de mí, y ya mismo.
Tras hablar unos instantes, descubrí que era, además, simpático, inteligente, y con un gran sentido del humor. Era perfecto. Un amigo mío se acercó a ligar con él, pero yo ya sabía que no era gay, no sé por qué, pero sabía que íbamos a acabar juntos, no podía ser de otra manera, estaba hecho para mi y yo para él, y empezaría esa noche.
Al salir del bar le besé, rápida y profundamente, en sus carnosos labios que sabían a cerveza y cenicero. Él me respondió el beso apretando su cuerpo contra el mío, éramos de igual estatura y noté un ligero roce a la altura de mi pubis. "Vámonos a mi casa".
Durante el trayecto, fuimos hablando y riéndonos, era realmente encantador y me ponía cada vez más. Cuando llegamos a mi casa, las palabras callaron.
Le atraje hacía mi, me apreté fuertemente contra su pecho caliente mientas le cogía la cara para atraer sus labios otra vez. hacia mi húmeda boca. Era tal la ansiedad con la que le besaba, que parecía que quería comérmelo, beber de él como si de un oasis se tratara.
Nos arrastramos hasta el sofá. Me quité los zapatos. Se quitó el cinturón. Me deshice de la camiseta y el sujetador. En menos de dos segundos estábamos completamente desnudos, y me paré, antes de que fuera irreversible, antes de que no hubiera marcha atrás, para mirarle detenidamente. Observé en sus ojos la lujuria, las ganas que tenía de poseerme, pero me di unos segundos para recrearme en la visón de su hermoso cuerpo.
Era la figura masculina más bonita que jamás había visto. Unos hombros rectos, brazos fuertes y morenos, el pecho erguido y suave, con vello, ni mucho ni poco; un vientre plano que bajaba orgulloso hasta la pelvis bien definida, sus músculos parecían marcar la línea entre lo real y los sueños, más abajo de su cintura no había realidad, sólo una belleza salvaje, suave, de enmarañados sueños que serían míos.
Me asusté. Un miedo casi imperceptible pero profundo e irracional se apoderó de mí, ya que sabía que si en ese momento me tenía, me hacía suya, me iba a enamorar de él.
No me dio tiempo a pensar más, me tumbó en la mesilla auxiliar y me penetró hasta el fondo, tal como lo había imaginada todas aquellas mañanas en la escuela de artes, mientras observaba cómo me pintaba con sus ojos profundos y grandes, del papel a mi cuerpo, de mi cuerpo al papel, y a mi sexo.
Sus embestidas eran tan brutales que no tardamos en romper la mesa, dejándola bailando y estremeciéndose como si nuestros pasionales movimientos le hubieran dado vida.
Una vez en la cama, esa cama en la que tantas veces le había imaginado, a la que tantas y tantas ocasiones había llevado en mis fantasías, me tumbó de espaldas y me metió su pene de nuevo. Cuanto más me excitaba, con más fuerza mordía yo la almohada, con más tensión arañaba las sábanas, hasta que no pude más y grité, grité todo lo alto que pude y callé en el momento en que él hacía lo mismo, porque quería oír sus últimos jadeos y notar sus empellones finales, por si acaso no se volvían a repetir, aunque sabía que no, que esta era tan sólo la primera de una infinidad de encuentros.
Cuando nos tumbamos agotados, sudorosos y rojos como el pintalabios que había llevado yo aquella noche, no pude evitar echar una ojeada, mirar de soslayo mi batín.
A las dos semanas de aquello, ya estaba enamorada hasta la médula, a los dos meses, ya vivíamos juntos. Cada vez que hacíamos el amor, ahí estaba la bata, tirada sobre el ropero, o en el suelo, mirándonos, o más bien mirándome. Yo también la miraba, triunfante y pensando "He ganado, ya no eres un muro, ni lo serás más".
3 comentarios:
exquiesito final de algo que en realidad recién empezaba...
Fuerte el relato.
Me encanta tu blogg, me encanta como escribes. Puedo meterme en la historia y con cada palabra recrear la escena en mi mente. Yo empiezo a escribir porque nunca se me ha dado muy bien pero necesito sacar mis sentimientos de alguna manera. Espero poder mandarte algo para tu revista bocadillo de brazo. Un saludo desde Madrid.
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